miércoles, 31 de octubre de 2012

Astrología Esotérica. Parte I.


Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul


Mis primeras palabras sobre este tema serán de índole entera­mente preliminar. Trataré de sentar las bases para encarar, en forma algo distinta -y bastante más esotérica- la ciencia de la astrología. Me referiré a algunas cosas que probablemente podrán ser calificadas por los astrólogos académicos y sin inspiración, como revolucionarias y erróneas, improbables o indemos­trables. Sin embargo, la astrología no ha demostrado todavía realmente su valor al mundo del pensamiento y de la ciencia, a pesar de los muchos éxitos definidamente demostrables.
Por lo tanto, pediré a quienes leen y estudian esta parte del Tratado sobre los Siete Rayos, que tengan en cuenta el comentario anterior y estén dispuestos a considerarlo como hipótesis, esforzándose por analizar la teoría o sugerencia, y por comprobar las conclusiones a que se ha llegado en pocos años. Si pueden hacerlo, sobrevendrá un despertar de la intuición que convertirá a la astrología moderna en algo de mucha importancia y significación para el mundo. La astrología intuitiva reemplazará eventualmente a lo que hoy se llama astrología, retornando de este modo al conocimiento de esa antigua ciencia que relacionó las constelaciones y nuestro sis­tema solar, atrajo la atención sobre la naturaleza del zodíaco e informó a la humanidad sobre las interrelaciones básicas que rigen y controlan los mundos fenoménico y subjetivo.

Tres Afirmaciones Básicas

La afirmación hecha frecuentemente de que la astrología es una ciencia exacta, a pesar de las muchas computaciones matemá­ticas, está lejos de serlo. Lo curioso es que está basada en la ilu­sión, y como bien saben, el zodíaco sólo es el recorrido imaginario del sol a través de los cielos, desde el punto de vista de nuestro insignificante planeta. El sol no está en ningún signo del zodíaco, sino simplemente parece estarlo al pasar entre nuestra pequeña esfera -la Tierra- y las constelaciones, en cualquier estación o tiempo determinado.

Antiguamente se creía que la Tierra era el centro del sistema solar, y que alrededor de ella giraban el sol y los demás planetas. Ésta era la posición y conocimiento exotérico, no la comprensión esotérica. Posteriormente, cuando nuevos descubrimientos trajeron mayor luz a la mente humana, nuestro planeta fue descentralizado y la verdad fue vista con mayor claridad, aunque todavía queda mucho por descubrir, lo cual podría ser hasta de naturaleza revo­lucionaria. Sobre esta teoría, concerniente al zodíaco, se apoya am­pliamente lo que denominamos la Gran Ilusión. Quisiera que recuerden esto al estudiar juntos las nuevas formas de encarar la más grande y antigua de todas las ciencias. La astrología es una ciencia que debe volver a su original belleza y verdad, para que el mundo pueda obtener una perspectiva más veraz y una apreciación más justa y exacta del Plan divino, tal como es expresado en la actualidad por medio de la Sabiduría de las Edades.

La segunda afirmación que quisiera hacer es que en la actualidad la astrología es esencialmente la más pura presenta­ción de la verdad esotérica en el mundo, porque es la ciencia que trata de las fuerzas y energías que condicionan, rigen y actúan a través del espacio, y sobre él y todo lo que en éste se encuentra. Cuando sea captado este hecho, cuando el origen de esas energías sea mejor comprendido y la naturaleza del espacio correctamente captada, tendremos un horizonte más amplio y más íntimamente relacionado.
Quisiera presentar un cuadro más verdadero y exacto. Esto es posible ahora porque la percepción, la relación y la integridad grupales, comienzan a ocupar un lugar prominente en la con­ciencia humana. A medida que esto sucede, la personalidad, que es individualista, separatista y autocentrada, retrocederá acrecentadamente a segundo término, y el alma que posee conciencia grupal y es incluyente y no separatista, irá destacándose cada vez más. En consecuencia, desaparecerá gradualmente el interés por el horóscopo individual, y el cuadro planetario universal y del sistema ocupará un lugar prominente en la conciencia del indi­viduo. El hombre se considerará a sí mismo como parte integrante de un todo mucho más importante, y se interesará más por el grupo mundial, que de sí mismo, como individuo.

Ante todo me esforzaré por demostrarles esa unidad omnipenetrante y esa síntesis sub­yacente, base de todas las religiones y de las innumerables fuerzas trasmitidas, y trataré de apartarlos, como individuos, del centro de su propio escenario y conciencia -sin privarlos de su propia individualidad e identidad- y sin embargo les demostraré que son parte de un todo mayor, que podrán percibirlo conscien­temente cuando puedan actuar como almas, de lo cual hoy son inconscientes o sólo registran y sienten la realidad interna en la cual viven, se mueven y tienen su ser.

Esto me lleva a la tercera afirmación, la cual es tan básica y fundamental que les pediría se detengan a considerarla, aunque no capten plenamente todas sus implicaciones. La Sabiduría Antigua enseña que “el espacio es una entidad”. La astrología esotérica se ocupa de la vida de esta entidad y de las fuerzas y energías, los impulsos y los ritmos, los ciclos, el tiempo y las estaciones.

Por lo tanto, la astrología esotérica trata de la Vida y las Vidas, que animan los “puntos de luz” dentro de la Vida uni­versal. Constelaciones, sistemas solares, planetas, reinos de la naturaleza y el hombre microscópico, son el resultado de la actividad y la manifestación de la energía de ciertas Vidas, cuyos ciclos de expresión y sus infinitos propósitos, están fuera de la comprensión de las mentes más avanzadas e iluminadas de nues­tro planeta.

Extraído del libro del mismo título de Alice A. Bailey





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